La ciudad de la imbecilidad
La fiebre compulsiva de hacer ciudades irreales, imaginadas, inútiles, innecesarias, prescindibles, ridículas como la Ciudad de la Luz, la Ciudad del Cine, la Ciudad de la Euforia, la Ciudad de las Ciencias, ahora la Ciudad de las Lenguas, está llegando al “level” más alto imaginado por el universo conocido y desconocido. Yo, en mi proverbial ingenuidad, pensaba que eso de la Ciudad de las Lenguas sería un lugar donde se enseñarían técnicas papilosexuales de lo más sofisticadas, pero he aquí que los nostre president de la Cheneralitat nos ha anunciado que dicha ciudad será un lugar donde se extenderá la lengua castellana alrededor del mundo. Así, un chino de Shangai, un inglés de Oxford, un congoleño del Congo y hasta un argentino de Buenos Aires tendrá que venir a Castellón si quieren ser alguna cosa en materia lingüística castellana o española, tanto monta. La argumentación axiomática del presidente Francisco Camps -¿Por qué no Campos?- es la asociación pueril de ideas, y pido perdón a todos los niños de la galaxia, Castellón-castellano.
Yo, afectado por esa fiebre de hacer ciudades estrambóticas e imposibles, propongo a los señores del PP en general y a Camps en particular, construir una ciudad denominada “Ciudad de la Imbecilidad”. Solo tiene un inconveniente: no hay territorio suficiente pata que quepan todos los imbéciles de este país, que algunos hace un tiempo queríamos que fuera “País Valencià”. Lástima.
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